sábado, 28 de febrero de 2009

Hada Azul

Todas las mañanas después de desayunar, Larissa bajaba a la playa y hablaba con las olas.
Se sentaba a observar el azul del mar y soñaba con encontrar una flor de ese color.
Decía que era el color más lindo del mundo, porque era el color del cielo y el color del mar. Y siempre llevaba una prenda azul; un lazo, una camiseta, las zapatillas…
En el colegio la conocían por el sobrenombre de: la niña azul.

Se acercaba su cumpleaños y Larissa estaba muy emocionada. Tenía un deseo secreto muy especial.
—Quiero convertirme en un hada. Solo por un día, quiero ser un hada azul— le confesó al mar esa mañana—. ¿Crees que se cumplirá si apago todas las velas de mi tarta de
cumpleaños?

Una ola bañó sus pies en respuesta a su pregunta.
—Eso es un sí— rió Larissa.
Y muy contenta se fue al colegio.

Al día siguiente a su cumpleaños, como todas las mañanas, Larissa bajó a la playa y allí se encontró una preciosa flor de color azul. Era una orquídea con los pétalos azul marino y el tallo color celeste.
—¡Qué bonita es! Gracias—exclamó con lágrimas en los ojos. Y besó la flor.
Una ola la cubrió por completo, y cuando se retiró, Larissa se había vuelto pequeña como un ratón y tenía dos preciosas alas azules en su espalda.
Su deseo se había cumplido, era un hada azul.

—Cuando el sol se ponga, volverás a ser una niña— susurraron las olas.
—Muy bien. Gracias, gracias.
Y Larissa alzó el vuelo, riendo muy feliz.


Si dos personas peleaban, Larissa rozaba sus rostros y en seguida alguna prenda se volvía de color azul y dejaban de pelear.
Veía un niño que estaba triste y besaba sus cabellos, que se volvían azules y el niño sonreía feliz.

Allí donde se posaba, se volvía de color azul; tejados, sillas, coches….
La ciudad respiraba paz y alegría y Larissa era el hada más feliz del mundo.

Vio un prado lleno de malas hierbas y se sentó a descansar un poco. Volar también cansaba mucho, aunque no tanto como correr, claro.
—Este prado quedaría precioso lleno de flores azules— pensó.
Y rozó con sus alas todos los matojos.
En unos minutos, el prado estaba lleno de cientos de flores azules de todo tipo: tulipanes, rosas, margaritas, lirios….
Y en el centro del campo, una preciosa orquídea de pétalos azul marino y tallo celeste.

El sol ya quería irse a dormir así que el hada azul, alzó el vuelo por última vez, observando la ciudad teñida de azul, y regresó ala playa donde una ola la cubrió por completo.

El hada azul volvió a ser la niña Larissa, dulce y soñadora, con una orquídea azul reinando en su corazón.

2 comentarios:

Anabel dijo...

Si es que el azul es el color más bonito, ¿a que sí?

Me alegra ver que continúas con tus cuentos. Y no pares.

Besos,

Anabel, la Cuentista

Lhyn dijo...

Tienes una un regalito en mi blog ^^