Una noche en la que todos los juguetes estaban durmiendo, se oyeron unos sollozos.
-¿Qué pasa?- preguntó el camión de bomberos.
-Alguien llora- contestó la ambulancia- vamos a ver quién es.
Muy despacio y procurando no hacer ruido para no despertar a los demás juguetes, la ambulancia y el camión de bomberos se acercaron al rincón de la habitación de donde provenían los sollozos.
-Mira, es el cochecito azul el que llora- dijo la ambulancia.
-¿Qué te pasa, porqué lloras?- le preguntó.
-Ay, es que...es que no quiero ser un cochecito azul- contestó.
-Pero, ¿porqué?- le preguntó la ambulancia, asombrada.
-Porque no me gusta el color azul, porque soy pequeño y porque estoy cansado de hacer siempre
lo mismo. Carretera arriba, carretera abajo y luego al Parking a descansar. ¡Quiero ser como tú!
exclamó, señalando al coche de bomberos.
-Pero éso no puede ser- dijo la ambulancia.- Además, ¿porque un coche de bomberos precisamente?
-¡Porque soy muy interesante!- exclamó orgulloso el coche de bomberos.-Soy grande, de color
rojo y tengo una hermosa escalera.
-Y una sirena- añadió el cochecito azul.
-Yo también tengo una sirena- dijo la ambulancia.
-Sí, pero a mí me gusta más la del coche de bomberos.
-Claro. Como que la mía es mejor- dijo el coche de bomberos.
Y conectó la sirena.
-¡Apaga éso, vas a despertar a todos los juguetes!-gritó la ambulancia.
-Aguafiestas. Claro estás celosa porque el cochecito azul quiere ser como yo, y no como tú. Una aburrida ambulancia.
-Seré aburrida, pero estoy orgullosa de ser lo que soy, una ambulancia. Y me voy a dormir, ya
veo que aquí molesto.
La ambulancia se marchó muy triste por el comentario de su amigo, el coche de bomberos.
Una vez se hubieron quedado solos, el coche de bomberos le preguntó al cochecito azul: ¿tú corres mucho, verdad?
-Sí, soy muy veloz. Pero una vez te acostumbras, ya no resulta emocionante. Incluso llega a
aburrir.
-Yo siempre he querido ser un coche veloz. ¿Qué te parece si nos cambiamos? Yo seré un cochecito azul y tú serás un camión de bomberos.
-Me parece una idea genial.
Y el cochecito azul y el camión de bomberos se intercambiaron.
Los primeros días fueron muy felices. Los dos tenían lo que siempre habían deseado. Pero el cochecito azul echaba de menos su velocida y el camión de bomberos, su escalera y su color rojo.
-¡Qué lento soy!- suspiraba el cochecito azul- y esta sirena me está volviendo loco, con su sonido. Tendré que romperla para que no vuelva a funcionar.
-Yo me siento ridículo al ser tan pequeño- dijo el camión de bomberos- y ese color tan apagado.
Cómo echo de menos mi color rojo tan brillante.
-¿Qué te parece si nos cambiamos otra vez?- le preguntó el cochecito azul.
-Ay, sí, por favor. Vamos a cambiarnos. Tanta velocidad ya me está mareando.
Y los dos volvieron a intercambiarse.
La ambulancia , que los observaba, les dijo: espero que hayais aprendido la lección, y no volvais a desear ser otro juguete.
-Descuida ambulancia- le contestaron los dos a la vez- no volveremos a decir: quiero ser como
tú.
FIN
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