A dormir,
mi bebé va a dormir.
A dormir,
mi bebé va a dormir.
Una nana mamá te cantará
y dulces sueños te traerá.
Sueña con angelitos, nubes y flores.
Sueña con un cielo lleno de estrellas
brillando para tí.
A dormir,
mi bebé va a dormir.
A dormir,
mi bebé va a dormir.
viernes, 26 de octubre de 2007
El príncipe desengañado
El príncipe a la princesa miraba,
mientras rosas cortaba.
No hay rosa más bella que tú, le dijo.
La princesa al oírlo, lloró
y el principe lleno de amor, quedó.
Mis lágrimas no son de amor,
son de dolor, dijo la princesa.
Pues una espina en mi dedo se clavó.
El príncipe triste y desengañado se quedó,
y de allí se marchó.
Nunca más de la princesa me fiaré,
sus lágrimas son engañosas y hieren
como las espinas de la frágil rosa.
mientras rosas cortaba.
No hay rosa más bella que tú, le dijo.
La princesa al oírlo, lloró
y el principe lleno de amor, quedó.
Mis lágrimas no son de amor,
son de dolor, dijo la princesa.
Pues una espina en mi dedo se clavó.
El príncipe triste y desengañado se quedó,
y de allí se marchó.
Nunca más de la princesa me fiaré,
sus lágrimas son engañosas y hieren
como las espinas de la frágil rosa.
viernes, 5 de octubre de 2007
la Luna y el Tobogán
Noche tras noche la Luna observaba al tobogán, que estaba silencioso y triste porque no había niños jugando con él.
Noche tras noche la Luna pensaba: sería maravilloso jugar con el tobogán. El está solo y yo también. Seguro que nos haríamos amigos.
Una noche la Luna se dedició a hablarle al tobogán: tobogán, ¿puedo jugar contigo?
El tobogán asombrado respondió: claro, pero ¿cómo?. Tú estás ahí arriba y yo aquí abajo.
- Pues bajando, respondió la Luna. Y al momento apareció junto al tobogán.
Se divirtieron tanto, que muchas noches, cuando el tobogán estaba triste, la Luna se escapaba para jugar con él.
Noche tras noche la Luna pensaba: sería maravilloso jugar con el tobogán. El está solo y yo también. Seguro que nos haríamos amigos.
Una noche la Luna se dedició a hablarle al tobogán: tobogán, ¿puedo jugar contigo?
El tobogán asombrado respondió: claro, pero ¿cómo?. Tú estás ahí arriba y yo aquí abajo.
- Pues bajando, respondió la Luna. Y al momento apareció junto al tobogán.
Se divirtieron tanto, que muchas noches, cuando el tobogán estaba triste, la Luna se escapaba para jugar con él.
jueves, 4 de octubre de 2007
Chuchelandia
Un día como otro cualquiera, en la ciudad de Chuchelandia.
-¡Bajar a desayunar!
-Ya vamos, mamá.
Doña Gominola había preparado el desayuno favorito de Gominolito, un tazón de azúcar con dos gotas de leche, porque hoy era su primer cumpleaños.
- Caray mamá, ¿qué celebramos hoy?, dijo Gominolita.
- Que ya hace un año que Gominolito vino a Chuchelandia- contesta Doña Gominola.
- Quiero más azúcar, mamá - dijo gominolito que era muy goloso.
- Ya tienes bastante, y recoge la mochila que llegarás tarde al colegio.
Gominolito iba todo el camino refunfuñando porque quería más azúcar. Gominolita, harta ya de escuchar a su hermano le dice: si quieres más azúcar, chúpate el dedo.
Y eso hizo. Pero tanto se chupó el dedo que se deshizo. Así probó otro dedo y otro y otro, hasta que ya no le quedaron más.
En el colegio, cuando doña Piruleta dijo: niños, abrir los libros por la página...
Gominolito se echó a llorar. Como no tenía dedos no podía coger los libros. Cuando dijo lo que le había pasado, doña Piruleta que era una maestra muy sensata, llamó enseguida a una ambulancia.
¡Ninooo, Ninooo...!
Todas las chucherías al oir la ambulancia salían de sus casas. ¿Qué habrá pasado?, se preguntaban.
¿Se habrán caido los hijos de doña Galleta, otra vez al río de chocolate?, o ¿se habrá roto don Caramelo? que tiene ya sus años.
-No, es gominolito- dijo don Pirulí, que como vivía al lado del colegio se había enterado de todo- lo llevan a la pastelería para que le repongan los dedos, se le habían desecho de tanto chupar.
¡Este hijo mío!, es demasiado goloso- dijo doña Gominola- lo voy a tener a dieta para que aprenda. ¡Menudo susto!.
Y Gominolito no volvió a comerse el azúcar de sus dedos, pero sí que le robaba un poco de azúcar a su hermana cuando ésta no miraba. Es que seguía siendo muuy goloso.
FIN
-¡Bajar a desayunar!
-Ya vamos, mamá.
Doña Gominola había preparado el desayuno favorito de Gominolito, un tazón de azúcar con dos gotas de leche, porque hoy era su primer cumpleaños.
- Caray mamá, ¿qué celebramos hoy?, dijo Gominolita.
- Que ya hace un año que Gominolito vino a Chuchelandia- contesta Doña Gominola.
- Quiero más azúcar, mamá - dijo gominolito que era muy goloso.
- Ya tienes bastante, y recoge la mochila que llegarás tarde al colegio.
Gominolito iba todo el camino refunfuñando porque quería más azúcar. Gominolita, harta ya de escuchar a su hermano le dice: si quieres más azúcar, chúpate el dedo.
Y eso hizo. Pero tanto se chupó el dedo que se deshizo. Así probó otro dedo y otro y otro, hasta que ya no le quedaron más.
En el colegio, cuando doña Piruleta dijo: niños, abrir los libros por la página...
Gominolito se echó a llorar. Como no tenía dedos no podía coger los libros. Cuando dijo lo que le había pasado, doña Piruleta que era una maestra muy sensata, llamó enseguida a una ambulancia.
¡Ninooo, Ninooo...!
Todas las chucherías al oir la ambulancia salían de sus casas. ¿Qué habrá pasado?, se preguntaban.
¿Se habrán caido los hijos de doña Galleta, otra vez al río de chocolate?, o ¿se habrá roto don Caramelo? que tiene ya sus años.
-No, es gominolito- dijo don Pirulí, que como vivía al lado del colegio se había enterado de todo- lo llevan a la pastelería para que le repongan los dedos, se le habían desecho de tanto chupar.
¡Este hijo mío!, es demasiado goloso- dijo doña Gominola- lo voy a tener a dieta para que aprenda. ¡Menudo susto!.
Y Gominolito no volvió a comerse el azúcar de sus dedos, pero sí que le robaba un poco de azúcar a su hermana cuando ésta no miraba. Es que seguía siendo muuy goloso.
FIN
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