En las proximidades de las fábricas de dulces crece una extraña planta sin tallo, llamada chincletón.
De las raíces crecen directamente las hojas. Son grandes y delgadas, elásticas como la goma y de diversos colores.
Esta planta necesita del azúcar para crecer porque en sus hojas viven unas bacterias llamadas acárides, que se alimentan principalmente de los componentes del azúcar.
Un investigador avispado, llamado Sam Cheiw, descubrió que los niños que vivían en las proximidades de esta planta no tenían caries.
Después de varios mese de investigar su dieta descubrió que la única diferencia consistía en que solían chupar y masticar las hojas de la planta chincletón.
Pensó que había hecho un gran descubrimiento y trabajó las hojas de la planta hasta convertirlas en un dulce muy apetecible para niños y adultos: el chicle.
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2 comentarios:
Tal y como lo has contado parece una historia verdadera.
Muy bien, querida Tali.
Besos,
Anabel, la Cuentista
menuda ruina para los puestos de chuches y que avispado el doctorcito.
Besitos Hermi
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