Había una vez, un caracol que salió a pasear, cuando de repente ... empezó a llover.
¡Pling, pling, pling...! caían las gotas de lluvia sobre el caracol.
Este caracol tenía mucho miedo al agua, así que en cuanto empezó a llover se metió dentro de su caparazón.
Llegó su amiga la mariquita.
-Toc, toc, toc. Caracol, sal, vamos a jugar.
-No quiero -contestó el caracol- está lloviendo y a mí me da mucho miedo el agua.
La mariquita al escuchar al caracol se fue a su casa y cogió un paragüas muy, muy grande que tenía y que era de color rojo, y volvió a buscar al caracol.
-Toc, toc, toc -llamó la mariquita-. Sal, caracol.
-No quiero -contestó el caracol- vete mariquita. Ya te he dicho que no quiero jugar contigo porque está lloviendo.
-Pero traigo un paragüas muy grande para que no te mojes. Sal y lo verás.
El caracol asomó la cabecita con cuidado y vio ese paragüas tan grande, y le dijo a la mariquita: "ahora sí que podemos jugar. Los dos debajo de ese paragüas no nos mojaremos".
Y el caracol y su amiga la mariquita pasaron una tarde muy divertida jugando debajo de ese paragüas rojo tan grande.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
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