jueves, 17 de julio de 2008

El país de los deseos

El país de los deseos es un reino lejano y escondido. Sólo los niños que creen en la magia lo pueden encontrar.


Anabel cogió su mochila y les dijo adios a sus juguetes y a sus papás.
-Me voy a buscar el país de los deseos -dijo.

Sus papás se rieron, porque pensaron que era otra de las muchas ocurrencias de su imaginativa hija.
-Muy bien, cariño. ¿Y cuándo volverás?
-Cuando encuentre al hada de los deseos. Quiero pedirle que Elena se ponga pronto buena.

Sus padres se miraron muy tristes al oírla.

-Anabel, verás. El hada de los deseos, no existe. Es tan sólo un cuento. Pero no te preocupes. Los médicos están cuidando muy bien a Elena. Pronto se pondrá buena.
Pero Anabel vio la tristeza reflejada en los ojos de sus padres. Su amiga no saldría del hospital.
Entró llorando en su habitación.

-¿Qué te pasa Anabel? -le preguntó Margarita, su muñeca.
-Que el país de los deseos no existe, ni el hada. Y Elena no se pondrá buena.
-¿Tú crees en la magia?
-Claro -contestó Anabel.
-Pues si crees en ella, encontrarás el país de los deseos y al hada -le dijo Margarita.
-¿Cómo?
-Cierra los ojos. Piensa con mucha fuerza: quiero ir al país de los deseos. Quiero ver al hada. Quiero ir al país de los deseos. Quiero ver al hada.

Anabel así lo hizo. Y cuando los abrió, se encontró en un salón de mármol, rodeada de muchos niños.
-¿Dónde estoy? -preguntó.
-En el palacio del hada de los deseos. Este es el salón de recepción -le dijo una niña.
-Oh!¿Entonces existe?
-Pues claro. Si no, no estarías aquí.
-Tienes que apuntar tu deseo en ese libro de ahí -le dijo otro niño-. Pero ten cuidado, porque si es un deseo egoista aparecerá un cocodrilo y te comerá.
-¿Y ya se ha comido a algún niño? -preguntó Anabel, un poco asustada.
-Sí. A una niña que quería ser la más guapa de la clase. A un niño que quería tener más juguetes que su hermano; a otro niño que quería ser el más fuerte, para pegar a los demás...
-¡Uff. Cuántos! ¿Y tú, ya has escrito tu deseo?
-Sí. Yo le he pedido que mi hermanito hable. Mis papás están muy tristes, y yo sé que es porque mi hermanito no sabe hablar.
-Pues yo le voy a pedir que Elena se ponga pronto buena, y salga del hospital para que podamos jugar juntas otra vez. Y me da igual el cocodrilo -dijo Anabel mientras escribía su deseo.

Al terminar se escuchó una voz melodiosa: "Ven, Anabel. Te espero".

Y Anabel se encontró de pronto en un hermoso jardín, con un pequeño riachuelo. Rodeada de flores, mariposas y pájaros que piaban felices.
-¡Qué bonito! -exclamó.
-Así es tu corazón -le contestó una hermosa mujer.

Llevaba el pelo largo, de un color azul cielo. Sus ojos eran de color marrón y vestía una túnica de color azul turquesa con ribetes dorados. Era el hada de los deseos.

-Querida niña. Tu deseo se cumplirá. Cree siempre en mí y en la magia. Y le dio un beso.

Anabel se encontró otra vez en su habitación
-Margarita, Margarita, he visitado el país de los deseos y he visto al hada. Es muy hermosa. Elena se pondrá buena muy pronto.

Y así fue. A los pocos días, Elena salió del hospital y juntas fueron a darle las gracias al hada de los deseos.
La magia las acompaña siempre porque creyeron en ella.

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