Cuenta la leyenda, que una mañana, mientras la princesa se bañaba en el mar, se creó un remolino de agua tan grande que se la tragó.
Sus padres, los reyes, al escuchar sus gritos acudieron a la playa pero no pudieron hacer nada. La princesa desapareció bajo el mar.
Todas las mañanas, la reina bajaba a la playa con la esperanza de que el mar le devolviera a su hija. Pero no sucedió.
Cuenta también la leyenda, que el rey Neptuno, al verla tan hermosa, se enamoró de ella. La transformó en sirena y le construyó un hermoso palacio de coral, adornado con delicadas perlas.
Muchos pescadores, dien haber visto al amanecer el palacio del mar, y haber escuchado a la princesa Marina, cantar. Su voz embriaga de felicidad a todo aquél que la escucha.
-¿Tú viste el palacio del mar, abuelo?
-Sí, es tan hermoso como dice la leyenda. Y también escuché a la princesa cantar.
-¿Y no quieres volver a oírla?
-La oigo todos los días, cariño; cuando tu abuela canta o cuando os oigo reír. No necesito perseguir una leyenda para ser completamente feliz.
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