El sofá lloraba
porque roto estaba.
Estos niños traviesos
que solo piensan en jugar,
rompieron el sofá de tanto saltar.
No soy un tobogán
ni tampoco una colchoneta,
soy solo un viejo sofá
que ni para dormir la siesta,
sirve ya.
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1 comentario:
Pobre sofá. EStoy segura que si le leo está poesía a mi sobrina María de cinco años, se entristece.
Un blog muy dulce, Tali.
Cuando quieras puedes pasar por los míos, será un placer.
Anabel
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